Nuestra historia

Andar por Elche de la Sierra es caminar por un municipio con miles de años de historia. Desde la prehistoria, el ser humano se ha asentado en estos cerros. Especialmente intensa fue la ocupación durante el Neolítico, como así se atestigua en la Peña del Agua, Cuevas Blancas y la Loma del Mojón. Persistió la civilización durante la Edad del Bronce, habitaron los hombres de aquella época lugares como La Muela. Y con el paso de los siglos, estas primeras tribus indígenas íberas, mejor organizadas y asentadas, comienzan a edificar las primeras ciudades fortificadas.
Es en aquel momento cuando surge Heliké, enclavado en la Oretania mítica por la que pasaron los cartagineses y romanos en busca de rutas comerciales y buenas tierras. Un nudo en el mapa de la historia entre las famosas vías Heraklea o Camino de Aníbal y vía Complutum-Cartagonaova y que estaba atravesado por la ruta que unía Valentia con Cástulo. Hace 2.500 años, los primeros pobladores de Heliké eligieron estas laderas al abrigo de los vientos del invierno, en tierra de abundantes aguas y rezumaderos. Cerca del Tader (río Segura), en un tiempo en el que ya existía una fluida relación comercial con con otras importantes ciudades del mundo íbero como Ilunum y Mentesa.

Nuestra historia

Heliké se extendía durante varios kilómetros; sus cuatro o cinco mil habitantes controlaban una superficie de terreno que alcanzaría desde Vicorto a Peñarrubia. Después, la zona se vio envuelta en las luchas conquistadoras de romanos y cartagineses. Y los íberos terminaron sucumbiendo. Aunque antes de que se adaptaran a las costumbres de Imperio, sucedió en Elche de la Sierra un acontecimiento que se ha convertido en leyenda. La muerte del general cartaginés Almilcar Barca tras sufrir la emboscada de Orisón, el rey de Oretania, junto a los pobladores de la zona y otros reyezuelos indígenas. En la antigüedad, Apiano ya apuntó la estrategia: “prendieron fuego a los carros tirados por los bueyes y los arrearon contra el enemigo. El fuego, expandido por todas partes, provocó el desconcierto de los africanos”. Algo que Almílcar, padre de Aníbal, no esperaba y como señalaría Diodoro: “Tras haber realizado un fingido pacto de amistad y alianza bélica, puso en fuga a Almílcar, pero éste en su huida, procuró la salvación de sus hijos y amigos, desviándose por otro camino; y así, perseguido por Orisón se arrojó con su caballo al caudaloso río, y bajo su montura pereció a causa de la corriente”. Aquello ocurrió en el frío invierno de 228 . A.C, el temido “Rayo”, como era conocido Almílcar, perdió la vida en el Río Segura. Y desde entonces, siempre se ha dicho que su tumba se encuentra en el Mojón, un paraje de la aldea de Villares, donde el visitante puede encontrar algunas sepulturas excavadas en la piedra.

Más historia

El Imperio Romano terminó extendiéndose por la península ibérica. El Museo Arqueológico Provincial de Albacete conserva dos estelas funerarias encontradas en Elche de la Sierra que ejemplifican la impronta de los romanos en el lugar. El Oppidum de Peñarrubia representó el espacio más importante durante esta época, en sus inmediaciones aún quedan estructuras imperiales como un acueducto y tramos del antiguo camino.

Elche de la Sierra sufrió el embate de los siglos hasta llegar al año 1213, cuando Aflonso VIII conquista a los moros Alcaraz y Elche pasa a sus posesión.   El municipio aún conserva los restos de tres castillos de esta época en el difícil equilibrio de ser tierra de frontera. La condición de aldea de la localidad se mantuvo hasta 1565, cuando el monarca Felipe II concede a Ayna el privilegio de Villazgo y Elche deja de ser aldea de Alcaraz para pasar a serlo de Ayna. Casi tres siglos duró esta dependencia administrativa. Finalmente en 1834, Elche de la Sierra adquiere la independencia como municipio.

Pero antes que esto ocurriera, por los avatares de la historia, Elche la Sierra protagonizará un hecho histórico en Castilla-La Mancha. En 1811 se edita por primera vez un periódico en la región y se hace aquí. Se trata de la Gaceta de la Junta Superior de la Mancha, el órgano escrito del Ejército español en esta región que se instaló en Elche de la Sierra durante la Guerra de Independencia contra los franceses. Un lugar en el mundo que un cronista describía así por aquellos días: “Me encontré, sin pensar en ello, sobre la cima de la Atalaya de Elche de la Sierra, cuya elevación domina por el mediodía a una huerta deliciosa, al oriente abre paso para el Reino de Murcia, tiene al norte al Río Segura, y por el poniente se comunica con el resto de la provincia por la Sierra de Alcaraz”.

Un pueblo en un cruce de caminos que vivió intensamente el siglo XIX. Conocido desde antaño por la calidad de sus olivos, la producción de cáñamo o esparto y la importante industria minera de la tierra blanca. A principios del pasado siglo XX, el entonces director del Museo Arqueológico Nacional, Rodrigo Amador de los Ríos, visitó Elche de la Sierra y tomó algunas de las fotografías más antiguas que existen. Además, en estas primeras décadas, llegaría una infraestructura que cambió las comunicaciones en la zona, el puente sobre el río Segura, en El Gallego. Este paraje es hoy día una de las mejores zonas de baño de la localidad. “Un pueblo bonito, de nombre sonoro, que tiene aromas de tomillo y romero, como dormido en la falda de un cerro, entre el verde azulado de sus olivares y el verde esmeralda de sus huertos floridos, un caserío blanco como un bando de palomas”, escribió en 1924 un poeta.